Bajo el agua... Estás tan oculta, con los ojos cerrados como un presagio, 12 ó 13 años atrás. Acariciando un caracol, una espiral. Entre verdes y azules un animal que duerme bajo el calor de tu cuerpo. Y sin embargo tan fría, como una talla en la roca cubierta de musgo, como si siempre hubieras existido, como si hubieras estado ahí desde el principio de todo. Estás en el útero y estás en la tumba.
Acariciando siempre una espiral viva que parece no llevar a ninguna parte.
Es supuesto que ya no existes, pero yo sé dónde encontrarte: oculta entre sonrisas de niños que se debaten entre la luz del sol y tus mismos azules, jugando en un jardín imaginado.