sábado, 1 de marzo de 2008

"Soledad", primer color

Esta primera entrada está dedicada a dos personas especiales: Gemma e Irene.

Gemma se sintió identificada, sus motivos son suyos. A mi me dio un motivo para seguir creando aunque ahora lo tenga más complicado, quizá no me quede otra salida más aquella que siempre deseé pero de la que siempre huí ¿Quién sabe? Ya os contaré qué pasa... Será por tiempo.

A tí te lo dejo colocado, Gemma, para que puedas verlo cuando quieras, o imprimirlo, aunque no sea muy grande.

A Irene gracias por ayudarme y por fomentar algo tan antiguo y estupendo como el trueque.

HISTORIA DE "SOLEDAD"

Era verano, como ahora. En aquellos días me encontraba atrapada, profundamente atrapada. "Ojo" aún no existía, pero yacía latente en mis entrañas, se estaba creando en mi moldeándose poco a poco, una de mis criaturas... La primera en hacerse real y salir de mi mente... Claro que eso no pude comprobarlo hasta más tarde.

"Ojo" se alimentó de lágrimas y tristeza para llegar a ser.

Estaba sola, sola en casa y sola, aunque hubiera gente a mi alrededor. Pensaba y no paraba nunca, daba vueltas en mi mente y vueltas en mi pequeño apartamento. Buscaba. Buscaba salidas y salida sólo había una: la inexorable y necesaria huída. El único camino. Sentía tanto miedo y tanto frío... Estaba tan delgada... En los huesos. Pero a pesar de encontrarme tan débil siempre había una lágrima más.

Recuerdo los enormes ventanales de mi casa. Desde allí podía abarcar un trozo inmenso de horizonte con esos colores que al atardecer se convierten en tan hermosos; la luz anaranjada del sol teñía los campanarios ya iluminados con luces amarillas y tañían las campanas que daban las horas, y las horas... Y aún, el día subsistía a duras penas dando paso al azul de la noche y a esa inmensa gama de turquesas y verdes, de celestes, cayendo sobre la ciudad y obligándola, un día más, a lucir sus pigmentos y luces de mezcla, de agua, de aire, de vapor y verano.

Miraba al horizonte interminable y miraba a la pantalla de mi ordenador. Tantas horas perdida y sola en un lugar tan sórdido y cruel: un sentimiento virtual y falso que me había convertido en una viejita muñeca de trapo que apenas tenía fuerzas para respirar, vestida de miedo y de caos, de desastre y desamparo y de la más profunda de las soledades.

Él acabó desapareciendo tan virtualmente como apareció. Yo elegí el final de una historia imposible y perversa. Me vengué. Le encerré en la misma cárcel que preparó para mi un día, un par de años atrás, le abandoné con todas las consecuencias tras el irrompible cristal que separa la realidad de lo imaginario, esta vez yo elegí su disfraz, un disfraz de ridículo bufón que habría de llorarme de misma manera falsa en que me había seducido.

Pobre rapaz disfrazada de gorrión, encerradita, apretadita, tratando que sus pequeños ojillos no se dejen mostrando la mismísima mirada de un diablo encadenado y condenado a existir siempre. Hasta el día en que la amiga dama muerte venga a reclamarlo.

Pobre pajarito.

Pobre niña ridícula y perdida.

Me tocó crecer de purititas palizas, de golpes construídos con palabras crueles, de insultos, de mofas, de trampas verbales en un dantesco escenario frío y tecnológico, en un inmenso espacio en blanco y sin vida, donde cada letra formaba testimonio dañino y tramado, calculado, repetido, plagiado y mentiroso. Todo mentira dura y dolorosa. Suerte tuvo en dar conmigo. Desgracia la mía de encontrarlo.

Sé de su soledad, la que será eterna, esa sí será eterna, porque ha de estar hecho y contruído con ella quién es capaz de asesinar a una niña. Tristeza amarga y soledad para quiénes son capaces de alimentarse como vampiros de la inocencia, la credulidad, el amor y el respeto.

No consiguió nada. Yo crecí y yo le encerré, yo aprendí a usar sus armas violentas. Yo le envié lejos, con un recuerdo persistente, tintineante y molesto. Lo sé porque fui yo quién lo hizo. Yo usé sus armas y después las escondí. Peligrosas armas de destrucción selectiva y voraz.

Y aquella tarde de verano, en la que todavía era pura angustia, canija, sola y triste desesperada, comencé a fotografiar mi rostro con la pequeña cámara instalada en el ordenador, una y otra vez, una y otra vez... Y de tantas imágenes ganó "Soledad", ese fue su nombre. Y la rodeé de flores, porque sabía que estaban allí afuera, las flores, la luz, la esperanza.

Todo aquello acabó y sólo quedó mi obra. Un día Gemma la vió. Me llamó para contarme que se había visto en ella. Yo sé por qué, y sus motivos nada tienen que ver con aquellos que crearon esta imagen. Pero son muchos los caminos que pueden hacerte sentir así. Y el sentimiento ante las cosas es universal y a la vez personal, único, y a la vez multiplicado de mil maneras distintas, como si fuera un caleidoscopio.

Puede ser un cuadro triste de manera aparente, pero está lleno de esperanza. Es un deseo, y refleja la lucha por seguir viviendo, la fuerza y ante todas las cosas, la fe.

Nota: Iré colocando obras, antiguas de momento (ya sabéis lo de "Ojo"). A mis amigos nada que decir, ellos ya saben... A quiénes deséen poseerlas dos opciones, la típica y cutre compra del original o el envío de un jpg a un tamaño pactado a cambio de una moderada suma. Irán seriados por número y no haré más de 50. También acepto encargos, aunque estos serán entregados en tiempo indefinido ("Ojo"). Los que los queráis gratismentedevalde tendréis que hacerlo a la antigua usanza, esosí, será una imagen pequeña de la que apenas podréis disfrutar...

Muchas gracias.