jueves, 28 de febrero de 2008

"Amor constante más allá de la muerte"

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansioso lisonjera;
mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi llama la agua fría,
y perder el respeto a ley severa.
Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
medulas que han gloriosamente ardido:
su cuerpo dejará no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
Fuego irracional que mata y extermina y en cuyo delirio se hacen brasas ángeles y demonios. Sentimiento que eleva hasta el espacio y te deja caer a peso muerto al más impío y abobinable de los infiernos, donde la vida se consume sin dolor aparente, donde la muerte abraza a quien las heridas no cesan.
El único lugar que nos hace creer que un pequeño brote verde entre la nieve sobrevivirá al invierno recio y largo. El único lugar donde pueden besarse las estrellas. El único lugar en el que nos arden las entrañas y se nos congela la razón.
Villanos y santos lo habitan, asesinos e inocentes, seres grises, mariposas negras. La muerte huele a rosas.
Y las rosas a muerte.
Pero lo que sí es seguro es que no hay vida sin haber amado hasta el más profundo de los avernos.
Mar Cantón.